IGLISAW

Iglesia Cristiana-Gnóstica Litelantes y Samael Aun Weor

Dedicatoria

Es motivo de gran alegría ver que la memoria de nuestra amada Maestra Litelantes se perpetúa en esta Iglesia… Ella fue la Esposa-Sacerdotisa del V.M. Samael Aun Weor, no sólo el más ilustre de los gnósticos modernos, sino el Buddha Maitreya, el Kalki Avatara de la Nueva Era de Acuario.

 

Conforme la instrucciones que siempre recibimos de ella, también se busca reafirmar la sencillez de la enseñanza de su amado Esposo-Sacerdote, el V.M. Samael Aun Weor, pues sólo ejemplo de sencillez recibimos de la Maestra, quien insistía en que era inútil complicarnos la cabeza con teorías, que la vía para corregirnos era la oración al Padre, el estudio y la meditación...

 

En su lenguaje sencillo: Tenemos muy endurecido nuestro corazón y debemos ablandarlo con la oración al Padre, debemos pedirle constantemente a nuestro Padre, orarle y adorarle…

 

Lo que además permite, como lógica consecuencia, el constante recuerdo de sí, la formación del centro de gravedad consciente, y la Vida plena, real, verdadera, en los planos físico y espiritual.

 

Esta sencillez la encontramos efectivamente en el Maestro, como puede verse en uno de los pasajes —entre otros muchos de sus libros— de en su obra “Logos, Mantram, Teurgia”:

“Todo discípulo está asistido por un Gurú, por el Ángel Guardián. Antes de ensayar la práctica de salida en astral invóquese el auxilio del Maestro o Ángel Guardián. Ruéguese, ante todo, al Dios interno para que Él, en lengua sagrada, llame al Gurú. Indudablemente, ese Maestro encuentra factible sacar al discípulo conscientemente en cuerpo astral.”

Como puede apreciarse, es muy sencillo adorar al Padre y rogarle y suplicarle, no se necesita mayor ciencia, es suficiente con un corazón anhelante de luz.

 

En la moderna e impactante realidad, el gnosticismo de nuestros Gurús no difiere del primitivo de los primeros siglos del cristianismo: Se sigue basando en los tres factores de la revolución de la conciencia: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame” (Lucas 9:23).

 

La Cruz de la Sexualidad Sagrada que debemos tomar, sigue siendo la piedra de tropiezo y roca de escándalo.

 

Desde los albores del cristianismo, los más grandes apóstoles, San Pedro y San Pablo, insistían en la corrección sexual del individuo como clave de la enseñanza:

 

“Porque la voluntad de Dios es vuestra santificación: que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su vaso en santificación y honor ; no con concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios.” (1 Tesalonicenses 4:3-5)

 

“Vosotros, maridos, semejantemente, habitad con ellas según ciencia , dando honor a la mujer como a vaso más frágil y como a herederas de la gracia de la vida; para que vuestras oraciones no sean impedidas .” (1 Pedro 3:7)

 

Esa ciencia de la que habla San Pedro, vino a ser develada públicamente por nuestro Bendito Maestro Samael Aun Weor. Queda ahora en nuestras manos saber utilizarla.

 

Esa bendita ciencia, que da honor a la mujer como a vaso más frágil se explica abiertamente por nuestro Amado Maestro cuando nos habla del Gran Arcano y la trasmutación de las fuerzas sexuales del individuo.

 

El sexo es y será la piedra que ha venido a ser cabeza de ángulo. Y su aspecto de pureza y trascendencia —es decir, la Piedra Filosofal— ya había sido desechado por los edificadores, desde mucho antes del advenimiento de nuestro Señor Jesucristo.

 

Dura cosa es afirmarse en la Piedra Sagrada, en la Piedra Filosofal, es mucho más fácil edificar sobre las cambiantes arenas de las innumerables teorías e interpretaciones...

 

Los Maestros de la Luz nos aman con verdadero cariño y sufren dolores de parto para que Cristo sea formado en nosotros.

 

Con limpio y profundo amor nos amó nuestra Venerada Maestra Litelantes —“Piedra Antigua”— y sufrió dolores de parto por nosotros para que nos corrijamos, para que regresemos al Padre… Oremos y actuemos para no decepcionarla.

 

Con alegría nos amó y convivió con nosotros. Era una niña traviesa de alma purísima —con una inocencia consciente— y a la vez un general, una especie de compañero de armas, a veces superexigente y a veces muy llevadero, un compañero muy simpático y sencillo, del más agradable y alegre talante.

 

También con cariño nos hemos dado a la tarea de venerar la memoria de nuestra Bendita Maestra Litelantes, dedicándole esta Iglesia, “The Litelantes & Samael Aun Weor Christian-Gnostic Church” y/o “La Iglesia Cristiana-Gnóstica Litelantes y Samael Aun Weor”.

 

Entendemos que es un deber-derecho y gozo espiritual, venerar al Cristo Cósmico Sagrado Universal —Unidad Múltiple Perfecta— y sus distintas expresiones, cual sucede con los Cristos históricos, es decir, aquellos Boddhisatvas que encarnaron su Real Ser Interior Profundo, verdaderas encarnaciones de Vishnú, que vienen a trasmitir su mensaje regenerador.

 

Tan incompleto está que sólo adoremos al Cristo histórico (Jeshua Ben Pandira) sin adorar al Cristo Cósmico —según lo dice el propio Maestro—, como incompleto está desdeñar en vez de adorar y venerar al Cristo histórico, si es que en verdad se busca venerar al Cristo Cósmico, pues el propio Maestro decía del Divino Rabí de Galilea las expresiones más tiernas: “El Adorable”, “El Ternerillo”, “El Divino Kabir”, entre otras.

 

En el justo medio está la virtud —in medio est virtus— decían los romanos. El Tao es el sendero de en medio, nuestro Señor Samael lo enfatiza. Por ello debemos amar y venerar al Cristo-Fuerza Cósmica, como al Cristo encarnado, el Cristo-Hombre, cuyas últimas expresiones son las de los VV. MM. Huirakocha (Precursor), Samael Aun Weor y Litelantes.

 

Por último, pero no al final —y quizá lo más difícil— debemos adorar fervientemente a nuestro Cristo-Interno, individual, particular. Por eso el Maestro, en sus mensajes de Navidad, nos alienta a que el Cristo nazca en nuestros corazones, pues en vano habrá venido el Adorable, el Divino Rabí de Galilea, si el Cristo no nace en nuestros corazones.

 

Esto es lo que en verdad nos enseñaron los Maestros Litelantes y Samael mientras estuvieron encarnados. Sin embargo, cumpliendo con el deber Parlok del Ser, nunca fomentaron su propia adoración personal —“Sigan a la enseñanza y no a mi persona”, reiteraban ambos— como tampoco lo fomentaron los grandes Maestros que en el mundo han sido.

 

Ahora empezamos a entender que una vez que abandonaron su cuerpo, se han convertido de “Venerables” Maestros, en “Adorables” Maestros —si se nos permite la expresión—, pues son dignos de la mayor Adoración.

 

A tal fin va destinada la obra de nuestra Iglesia, en verdad lo consideramos un gran triunfo para nuestra amada Maestra Litelantes.

 

Insisten nuestros Venerados Maestros en la urgencia de entregar esta sagrada enseñanza, de comprender los procesos de disolución del ego y la manera en que, con la bendita ayuda de la mujer, podemos transformar nuestra alma en espíritu, para que se llene de la gracia del Espíritu Santo.

 

No otra cosa desean para nosotros los Maestros de la Blanca Hermandad y los Avataras o encarnaciones de Vishnú, como dirían los indostanos.

 

Sin embargo, esta humanidad se dedica con tesón prolijo a la maledicencia, la venganza y la guerra, en vez de la oración, la meditación y la acción directa de ayuda al prójimo: la caridad… Verdadero propósito de los Señores de la Luz al entregar estas enseñanzas, raíces de grandes religiones.

 

Esta situación se presenta palmariamente en todos los grupos, logias, sectas, filosofías y religiones, pues si los distintos miembros, fieles o simpatizantes, nos dedicáramos seriamente a caminar firmes en el sendero que enseña cada una de ellas, habría la más absoluta paz en el mundo y podríamos comunicarnos libremente con los ángeles y los elementales de la naturaleza; parlaríamos el Orto purísimo de los dioses, como decían los antiguos —es decir una sola Lengua de Oro— y se verían maravillas sobre la faz de la tierra…

 

La dura realidad es otra, como bien sabemos: Si no hay cambio individual no hay cambio colectivo, si no hay paz interior no hay paz exterior. Si domina el ego haremos hechos egóicos, como sin lugar a dudas lo vemos —en nosotros y en los demás— todos los días y a lo largo de la negra historia de este Kali Yuga.

 

Los signos de los tiempos anunciados por el Venerable Maestro Samael Aun Weor están a la vista, por doquiera vemos guerras y rumores de guerras, enfermedades y epidemias desconocidas y desconcertantes; además, no se necesita ser sabio ni profeta para percibir que con sólo quitarle el dispositivo nuclear al cohete no se elimina el problema, ya que es tanto como quitarle el cargador a la pistola automática: en cualquier momento se puede recargar...

 

Al efecto, recordemos las palabras de nuestro Gurú:

 

“Se acerca la Era Acuaria y hay necesidad de abrir todas las facultades; se acerca la era de la luz y hay necesidad de despertar todos los poderes. Más que nunca debemos ahora ser prácticos —y prácticos, repito— ciento por ciento.”
“El tiempo de estar teorizando ya pasó hermanos. Ahora vienen acontecimientos terribles para la humanidad, y es bueno que nosotros estemos preparados.” (Conferencia: Materia, Energía, Mantras)

 

 

Las circunstancias tanto sociales como crísticas (internas) nos exigen la incesante práctica, así como la mayor tolerancia y respeto por todas las religiones y escuelas filosóficas o esotéricas.

 

Debemos buscar los puntos de unión y no las diferencias, esas hay que olvidarlas. Más bien debemos decir: ¡Religiosos del mundo uníos!

 

A lograr la paz interior y exterior nos invitan los Maestros de la Blanca Hermandad, no a la guerra o la disputa —que siempre será inútil— entre los hombres y sus religiones.

 

Por ello siguen vigentes las palabras del Ángel del Señor:

 

“No temáis, porque he aquí os doy buenas nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor. Y esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. De repente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios y decían: —¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres de buena voluntad !” (Lucas 2:14).

 

Decía nuestra amada Maestra Litelantes que la paz era algo que podemos conseguir en el camino de la vida, que realmente sólo tenemos chispazos de verdadera felicidad en la vida, pero que la paz interior sí puede volverse conquista permanente si nos proponemos alcanzarla.

 

La clave, nos reiteraba la Maestra, es colmándonos de buena voluntad, la que nos hace la vida ligera, alegre, llenándonos el corazón de perdón, tolerancia, olvido de la ofensa, y liberación total del odio, la envidia y la maledicencia.

 

Esperamos que el amoroso recuerdo de nuestra bienamada Maestra, a través de esta página, pueda ayudarnos a encontrar tan anhelados valores. cccDice el antiguo proverbio castellano: “Querer es poder”. Nuestra Maestra Litelantes nos enseñó que más bien: “Querer es hacer”.

 

Que la paz sea con ustedes.

IGLISAW

 

 

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